Mi alma, esa gran desconocida, ya ni siquiera estoy seguro de que aún siga conmigo, creo que ya me abandonó, no quiere estar con alguien como yo, alguien sin ganas de seguir viviendo...
Otra vez me ha vuelto a salir mal, no he conseguido estar con la persona que tanto ansío estar, no consigo (nuevamente) sonreír, quizás si se me ve desde fuera pueda parecer feliz, pero desde lo más profundo de mi alma, vivo en un desierto en el que me encuentro solo, acompañado únicamente por mis pensamientos que son como arena que llena el infinito eterno en el que me encuentro.
Es un lugar que no puedo cruzar, me estoy quedando sin fuerzas, sin ganas de seguir luchando, sin ganas de seguir adelante.
Hay veces, cuando consigo conciliar el sueño, que veo una luz, un faro a lo lejos indicándome la salida, sigo esa luz, arrastrando mi débil cuerpo por la arena de mis pensamientos, voy notando cómo cada uno de los finos granos se me va clavando en la piel atravesándola poco a poco. Todo dolor es aguantable con tal de atisbar esa luz, con tal de salir de ese desierto.
Cuanto más me acerco a la luz, mis heridas sangran y puedo ver cómo fluye mi sangre y dibuja lágrimas que se incrustan en la arena, marcando el camino que acabo de recorrer. Sin embargo, cuando estoy a punto de tocar esa luz, despierto.
Todo vuelve a estar a oscuras y sin poder vislumbrar de nuevo la luz por ninguna parte. Pienso que todo fue un sueño, pero mi cuerpo está totalmente lleno de llagas, llagas que me recuerdan que estuve cerca de salir, sin embargo, nuevamente, fui incapaz.
1 comentario:
Y me tengo que creer que yo no he escrito este bloc, y por suerte me lo creo. Como no veo forma alguna de ponerme en contacto contigo (salvo ésta) te digo: ponte en contacto conmigo(Marc Vidal i Martínez (Facebook)) Al menos quedó el intento reflejado.
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